Un joven descubre un anuncio en una de las calles del centro de Miraflores. Este anuncio trata sobre una empresa que te proporciona vivir aventuras por medio de la creación de sueños, que quizás puedas compartir con otras personas. El joven decide ir, atraído por la promesa de olvidarse de los recuerdos dolorosos que lo atormentan y por el depresivo estilo de vida que lleva.
Cruza la avenida y en medio de la pista la ve. Ella esta parada en la esquina opuesta. Tiene el pelo largo de un color castaño, que combina con su pantalón y una blusa blanca. Él la observa y se siente extraño, vació y temeroso. Ella se voltea y lo mira directamente. Él se detiene y por un momento la ve sonreír. Se escucha un sonido desgarrador y el joven se voltea. Un carro ha estado a centímetros de atropellarlo. Al joven le da lo mismo, lo único que busca en medio del griterío es el rostro de ella. Pero ella ya no esta…
Llega a la oficina y es acompañado por una joven que lo lleva con un tipo con bata. El dependiente lo atiende y le pide que le explique la razón de su visita. El joven le dice que esta cansado de su vida, que tiene el corazón vació y que no tiene ganas de vivir.
Lo lleva a un cuarto y le pide que se acueste. El dependiente enciende una maquina con unos tubos de colores y una esfera brillante en el medio. En esta introduce un frasco con un etiqueta que dice : Una esperanza para un infeliz.
El joven poco a poco se duerme. Aparece en medio de la pista, exactamente en la misma calle donde estuvo a punto de ser atropellado. Pero todo es diferente, ahora llueve y es de noche. Lleva una camisa y un pantalón como si trabajara en una de esas compañías donde lo único que importa es el dinero.
La calle esta despejada, él es el único ser vivo en el lugar. Pero en un instante, aparece ella. En el mismo lugar donde la vio por primera vez.
Se le acerca y los dos se miran, todo le parece tan irreal que tiene miedo.
Ella le dice: La realidad es muy decepcionante.
Él le responde: ¡Dios mio, eres tú!… ¡Quería verte, hablarte, pero te fuiste!
¡Sabes que eres lo mejor que me ha pasado y que me ha hecho sentir vivo!
Ella empezó a desaparecer poco a poco, pero el joven la sujeto fuertemente. Él entendió que su vida dependía de que ella se quedara.
Comenzaron a bailar lentamente, no les importo la lluvia ni saber que eran los únicos en el mundo. Ella lo miro y le dijo: ¿Sabes que solo soy una creación tuya? Tu me creaste…
Él la miro y sello sus labios con un beso. Luego le dijo: Lo sé, pero no me importa. Ya nunca más estaré solo.
Él joven desapareció. Por fin había encontrado su lugar en el mundo.
Emil Flesti, Manual del Infeliz (2013)